El arte ha sido, desde tiempos inmemoriales, una forma que ha tenido la humanidad de expresar sus inquietudes, preocupaciones y anhelos, a la vez que buscaban la forma de crear nuevas emociones y sensaciones en los de más.
Las expresiones artísticas tocan muchos sectores distintos, desde la pintura, la escultura, la literatura hasta otros sectores mucho más terrenales, como la cocina.
Hoy en día, la cocina ha evolucionado muchísimo, y podemos encontrar todo tipo de recetas y platos exóticos que, debido a la globalización que vivimos a día de hoy, podemos degustar sin necesidad de viajar hasta la otra punta del mundo.
La cocina también se ha convertido en un lugar de experimentación, donde restaurantes de gran renombre prueban combinaciones imposibles en busca del sabor definitivo, poniendo a prueba a los paladares con explosiones de sabor realmente inclasificables.
La cocina, sin embargo, no siempre ha sido esto y, por suerte, la mayoría de gente todavía disfruta de la cocina tradicional de toda la vida, con ingredientes propios de la tierra, especialmente en una cultura gastronómica tan rica como la mediterránea, en la que incluso el plato más sencillo se convierte en una experiencia sensacional.
Podemos comprobarlo cuando ponemos en la mesa un buen plato de tostadas y una buena plata de embutidos. En este caso, como en la mayoría de casos cuando hablamos de cocina mediterránea, nunca puede faltar en la mesa una buena aceitera.
La aceitera permite aliñar y condimentar al gusto cualquier plato
Y es que el aceite de oliva, el vinagre, la sal y la pimienta, son los cuatro pilares fundamentales que alegran prácticamente cualquier plato y, al contrario de lo que mucha gente cree, no son tan sólo una parte necesaria de las ensaladas.
La aceitera nunca puede fallar en la mesa y la prueba de ello la encontramos cuando vamos a comer a cualquier restaurante, donde es prácticamente lo primero que encontramos en la mesa, antes incluso del mantel individual.
El motivo de que una aceitera sea tan necesaria en la mesa, es que cada individuo tiene un sabor diferente, y a cada persona le gustan los platos en un punto de sal diferente; a unos nos gusta más el picante y otros no lo soportan.
El hecho de poder añadir más al gusto permite que cada comensal pueda disfrutar al máximo de su plato, y nadie quede decepcionado de la comida que ha pedido o cocinado. De esta forma también podemos corregir la cantidad de aceite o de sal de la receta que hemos preparado después de probarla.
La aceitera puede parecer un elemento sencillo de la mesa pero, como hemos visto, si nos fijamos bien, es un elemento indispensable y totalmente necesario.